Caer y levantarse
Deseoso de desentrañar los secretos sufíes, un curioso se acerca a un centro de derviches y, sin rodeos, les pregunta a qué se dedican: "Aquí nos caemos y nos levantamos, nos volvemos a caer... y volvemos a levantarnos, y nos caemos de nuevo, y...". Es el cuento sufí que me relata Halil Bárcena al preguntarle lo mismo que el curioso. Me atraía la sensibilidad lúcida -a la vez entusiasta y escéptica- del poeta Omar Jayam, que Halil me descubre sufí: si fuese la hegemónica en el islam, yo podría ser musulmán. Pero no. Quien más sabe de todo esto es el profesor Halil Bárcena, que ahora publica Sufismo (Fragmenta Editorial) y que es, además, un virtuoso del ney, la flauta derviche de caña.
Quién fue Rumi?
— Un poeta que vivió en la Persia del siglo XIII, uno de los grandes referentes sufíes.
¿Qué es un sufí?
—Etimológicamente, el que viste de lana. Frente a la seda y el oropel, ¡la tela más sencilla! El sufí busca la simplicidad, dentro del islam.
Dígame algo que escribiese Rumi
— "A nosotros que, sin copa de vino, ¡estamos contentos! A nosotros que, deshonrados o alabados, ¡estamos contentos! A nosotros nos preguntan: '¿En qué acabaréis?' ¡A nosotros que, sin acabar en nada, estamos contentos!".
¿El buen sufí está contento?
— Sabe asumir la vida en su esencia, como es.
Enumere tres dogmas sufíes
— Uno: sólo Él es existente. Dos: la diversidad del mundo es aparente, todo es signo de Él. Tres: ¡vive cada instante recordando esto!
¿Y quién es Él?
— La vida. Sucede a través de ti, pero no te pertenece: es algo más grande que te traspasa.
¿Qué debe hacer siempre el buen sufí?
— Respirar. Y recordar.
Lo de respirar, lógico... ¿Y recordar?
— El sufí recuerda que vive en el instante. La palabra dam significa a la vez respirar e instante: tú eres hijo de cada respiración, ¡eres hijo del instante! Recuérdalo siempre.
Soy hijo de cada instante, soy hijo...
— ¡Y lo había olvidado! Mire: nisian (amnesia) e insan (humano) ¡comparten raíz!
Somos criaturas olvidadizas...
— Y olvidamos hasta lo principal: qué somos.
¿Es el sufismo una religión?
— No. La trasciende. Es una dimensión del islam que desconfía del rigorismo religioso. Por eso las célebres cuartetas (Rubayat) de Omar Jayam -otro referente sufí- se ceban tanto en los clérigos, en los beatones...
¿Es una religiosidad... relajada, pues?
— Acepta la religión no como meta de llegada, sino como rampa de lanzamiento hacia otro estadio. Rumi lo explica con símil culinario.
¿Qué símil?
— Dijo: "Estaba crudo, me cocí y me quemé". Crudo: sin religión. Cocido: con religión. Quemado...: ¡el amor! Diríase que el sufismo es una religión de amor. Más allá de estrictos dogmas y estrictas prácticas... ¡amor!
¿Es el sufismo un misticismo islámico?
— Es una dimensión mística del islam, sí: importa más el espíritu que la letra.
¿Más el corazón que la razón?
— ¿Conocimiento o amor? ¡Resulta ser una dicotomía falsa para el sufismo!
¿Sentir y pensar van de la mano?
— Se entiende que el amor es hijo del conocimiento. Nada espiritual puede repugnar a la razón, pero la vida no cabe sólo en la mente. El sufí tiene curiosidad por conocer, por saber... y por ahondar en el corazón, esencia de ser humano. De ahí la danza derviche...
Giran y giran sobre sí mismos...
— ¡De derecha a izquierda! Simboliza un volcarse hacia el interior del corazón. ¡Retorno a casa! El sufismo integra razón y corazón, mente y cuerpo: es senda de humanización.
¿Qué es ser humano, según el sufismo?
— Somos más de lo que pensamos pero menos de lo que creemos.
Explíquelo
— Más de lo que piensas: llevas el cosmos contigo. Menos de lo que crees: no eres el centro del cosmos.
¿Desde cuándo hay sufíes?
— En el siglo X cristalizan dos sufismos: el de Bagdad, en torno a Yunaid; y el de Jorasán, en torno a Bistami.
¿Qué los distingue?
— Al de Yunaid se le llama sobrio (la procesión va por dentro), y al de Bistami se le llama ebrio (exterioriza sus secretos). Rumi combinará ambos: el suyo será un sufismo ebriamente sobrio, o sobriamente ebrio.
¿Es posible tal cosa?
— Lo visualiza bien la danza: el derviche logra girar hasta la borrachera... ¡pero no cae al suelo!, controla bien sus giros.
¿Hay éxtasis, trance, arrobo místico?
— Algo sucede.., pero es una disposición de ánimo ¡previa! a los giros. Más que inducirlo, la danza celebra el éxtasis: no es una pirotecnia, es un fuego lento ¡que te cuece!
Como decía Rumi, ¿no?
— Rumi era un teólogo convencional, de orden, un sabio.., pero a los 40 años conoció a un derviche errante, Shams, que zarandeó su vida: descubrió un furor espiritual sólo expresable mediante música y danza...
¿Qué piensa un salafista actual de esto?
— Le parece ajeno al islam, exógeno, pagano, impío, atribuible a influjos del eremitismo cristiano, del hinduismo, del budismo...
¿Hay contactos sufíes-cristianos?
— Para el sufí no basta con dar: ¡se trata de darte! Por eso ven a Jesús como un modelo.
¿Y qué piensan los musulmanes?
— Ven a los sufíes como vemos a los santos.
¿Tiene peso el sufismo, influye?
— Una sociedad como la turca, laica en el islam, ¡es posible gracias a los valores del sufismo!, distantes del rigorismo religioso.
¿Hubo sufíes en Al Ándalus?
— ¡Sí! El murciano Ibn Arabí (siglo XII) es el otro gran pilar del sufismo, junto a Rumi.
¿Ha dejado el sufismo alguna huella identificable en Occidente?
— Hay una tradición humorístico-sapiencial de perfume sufí que vemos aflorar en Cervantes, ¡en su Quijote..! Y será muy palmaria en Goethe. ¡Ah, y la x del álgebra... la inventó el sufí Omar Jayam!
Y usted... ¿es sufí?
— Sólo soy un humilde aprendiz de derviche.
Entrevista a Halil Bárcena by web Islam
Entrevista a Halil Bárcena by web Islam
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