sábado, 26 de mayo de 2012

Sufí es el que recuerda que vive en el instante




Caer y levantarse

Deseoso de desentrañar los secretos sufíes, un curioso se acerca a un centro de derviches y, sin rodeos, les pregunta a qué se dedican: "Aquí nos caemos y nos levantamos, nos volvemos a caer... y volvemos a levantarnos, y nos caemos de nuevo, y...". Es el cuento sufí que me relata Halil Bárcena al preguntarle lo mismo que el curioso. Me atraía la sensibilidad lúcida -a la vez entusiasta y escéptica- del poeta Omar Jayam, que Halil me descubre sufí: si fuese la hegemónica en el islam, yo podría ser musulmán. Pero no. Quien más sabe de todo esto es el profesor Halil Bárcena, que ahora publica Sufismo (Fragmenta Editorial) y que es, además, un virtuoso del ney, la flauta derviche de caña.

Quién fue Rumi?

— Un poeta que vivió en la Persia del siglo XIII, uno de los grandes referentes sufíes.

¿Qué es un sufí?

—Etimológicamente, el que viste de lana. Frente a la seda y el oropel, ¡la tela más sencilla! El sufí busca la simplicidad, dentro del islam.

Dígame algo que escribiese Rumi

— "A nosotros que, sin copa de vino, ¡estamos contentos! A nosotros que, deshonrados o alabados, ¡estamos contentos! A nosotros nos preguntan: '¿En qué acabaréis?' ¡A nosotros que, sin acabar en nada, estamos contentos!".

¿El buen sufí está contento?

— Sabe asumir la vida en su esencia, como es.

Enumere tres dogmas sufíes

— Uno: sólo Él es existente. Dos: la diversidad del mundo es aparente, todo es signo de Él. Tres: ¡vive cada instante recordando esto!

¿Y quién es Él?

— La vida. Sucede a través de ti, pero no te pertenece: es algo más grande que te traspasa.

¿Qué debe hacer siempre el buen sufí?

— Respirar. Y recordar.

Lo de respirar, lógico... ¿Y recordar?

— El sufí recuerda que vive en el instante. La palabra dam significa a la vez respirar e instante: tú eres hijo de cada respiración, ¡eres hijo del instante! Recuérdalo siempre.

Soy hijo de cada instante, soy hijo...

— ¡Y lo había olvidado! Mire: nisian (amnesia) e insan (humano) ¡comparten raíz!

Somos criaturas olvidadizas...

— Y olvidamos hasta lo principal: qué somos.

¿Es el sufismo una religión?

— No. La trasciende. Es una dimensión del islam que desconfía del rigorismo religioso. Por eso las célebres cuartetas (Rubayat) de Omar Jayam -otro referente sufí- se ceban tanto en los clérigos, en los beatones...

¿Es una religiosidad... relajada, pues?

— Acepta la religión no como meta de llegada, sino como rampa de lanzamiento hacia otro estadio. Rumi lo explica con símil culinario.

¿Qué símil?

— Dijo: "Estaba crudo, me cocí y me quemé". Crudo: sin religión. Cocido: con religión. Quemado...: ¡el amor! Diríase que el sufismo es una religión de amor. Más allá de estrictos dogmas y estrictas prácticas... ¡amor!

¿Es el sufismo un misticismo islámico?

— Es una dimensión mística del islam, sí: importa más el espíritu que la letra.

¿Más el corazón que la razón?

— ¿Conocimiento o amor? ¡Resulta ser una dicotomía falsa para el sufismo!

¿Sentir y pensar van de la mano?

— Se entiende que el amor es hijo del conocimiento. Nada espiritual puede repugnar a la razón, pero la vida no cabe sólo en la mente. El sufí tiene curiosidad por conocer, por saber... y por ahondar en el corazón, esencia de ser humano. De ahí la danza derviche...

Giran y giran sobre sí mismos...

— ¡De derecha a izquierda! Simboliza un volcarse hacia el interior del corazón. ¡Retorno a casa! El sufismo integra razón y corazón, mente y cuerpo: es senda de humanización.

¿Qué es ser humano, según el sufismo?

— Somos más de lo que pensamos pero menos de lo que creemos.

Explíquelo

— Más de lo que piensas: llevas el cosmos contigo. Menos de lo que crees: no eres el centro del cosmos.

¿Desde cuándo hay sufíes?

— En el siglo X cristalizan dos sufismos: el de Bagdad, en torno a Yunaid; y el de Jorasán, en torno a Bistami.

¿Qué los distingue?

— Al de Yunaid se le llama sobrio (la procesión va por dentro), y al de Bistami se le llama ebrio (exterioriza sus secretos). Rumi combinará ambos: el suyo será un sufismo ebriamente sobrio, o sobriamente ebrio.

¿Es posible tal cosa?

— Lo visualiza bien la danza: el derviche logra girar hasta la borrachera... ¡pero no cae al suelo!, controla bien sus giros.

¿Hay éxtasis, trance, arrobo místico?

— Algo sucede.., pero es una disposición de ánimo ¡previa! a los giros. Más que inducirlo, la danza celebra el éxtasis: no es una pirotecnia, es un fuego lento ¡que te cuece!

Como decía Rumi, ¿no?

— Rumi era un teólogo convencional, de orden, un sabio.., pero a los 40 años conoció a un derviche errante, Shams, que zarandeó su vida: descubrió un furor espiritual sólo expresable mediante música y danza...

¿Qué piensa un salafista actual de esto?

— Le parece ajeno al islam, exógeno, pagano, impío, atribuible a influjos del eremitismo cristiano, del hinduismo, del budismo...

¿Hay contactos sufíes-cristianos?

— Para el sufí no basta con dar: ¡se trata de darte! Por eso ven a Jesús como un modelo.

¿Y qué piensan los musulmanes?

— Ven a los sufíes como vemos a los santos.

¿Tiene peso el sufismo, influye?

— Una sociedad como la turca, laica en el islam, ¡es posible gracias a los valores del sufismo!, distantes del rigorismo religioso.

¿Hubo sufíes en Al Ándalus?

— ¡Sí! El murciano Ibn Arabí (siglo XII) es el otro gran pilar del sufismo, junto a Rumi.

¿Ha dejado el sufismo alguna huella identificable en Occidente?

— Hay una tradición humorístico-sapiencial de perfume sufí que vemos aflorar en Cervantes, ¡en su Quijote..! Y será muy palmaria en Goethe. ¡Ah, y la x del álgebra... la inventó el sufí Omar Jayam!

Y usted... ¿es sufí?

— Sólo soy un humilde aprendiz de derviche.
Entrevista a Halil Bárcena by web Islam

No hay comentarios:

Publicar un comentario