Un Mundo con Muchos Dioses
Una de las piedras más grande que aparecen en el camino de aquellos que retornan a la fe de nuestros ancestros es la cuestión de monoteísmo versus politeísmo. Siendo que vivimos en sociedades que creen mayoritariamente en la existencia de un sólo Dios, ya de por sí es un paso muy grande para nosotros el simple hecho de considerar la posible existencia de muchos Dioses, y Diosas también.
Gran parte del resto del mundo, sin embargo, considera perfectamente natural la existencia de varios Dioses y Diosas. En los párrafos que siguen examinaremos algunos de los argumentos a favor de esta idea.
La misma ciencia es la que ha abierto la puerta a la proposición politeísta, aunque casi no lo habíamos notado. Durante décadas, físicos y filósofos han estado tratando de decirnos que el mundo lineal y predecible y de materialismo monolítico ha desaparecido en un mar de incertidumbres. El mundo no es un juego de materia y energía, como lo describieron la mecánica Newtoniana y el dogma Marxista. Es, como dijo un pensador, un gran pensamiento, y no una gran máquina. También Einstein fracasó al tratar capturar la esencia de las cosas: Dios no sólo “juega a los dados con el universo”: tampoco es el único jugador! Muchos dados, muchos Dioses, un multiverso de misterio profundo y maravilloso…
Es este sentido de misterio el que impregna la nueva física, y asciende nada menos que una despertar del temor religioso en un mundo que ha llegado a ser aburrido e insustancial. Esta vez, somos todos sacerdotes en lugar de campesinos - no conformándonos a aceptar el dogma sin pensarlo, libres y felices a la hora de ahondar en los misterios, penetrar los enigmas del quántum y buscar las verdades que son la base de existencia. El sentido del milagro permanece, incluso mientras sondeamos los secretos más profundos de la maravilla que nos rodea.
La Improbabilidad del Monoteísmo por Stephen McNallen
Si miramos a la historia de manera objetiva, nos tenemos que preguntar en primer lugar cómo fue que el monoteísmo capturó las mentes de los hombres. Lo soporta nuestra observación de la naturaleza? Consideren a la naturaleza: tormenta y calma, hielo y fuego, plantas y animales, vida y muerte, cielo y tierra, todo en infinitas combinaciones y complejidades. El mundo que nos rodea se caracteriza por su multiplicidad de formas y fenómenos de diferente tipo. Sería más lógico atribuir esta amplia variedad de fuerzas, elementos y eventos no a una sola causa –un solo espíritu o Dios- sino a muchas. El mundo natural no nos alienta a creer en una sola deidad, sino en varias.
Es la naturaleza de las poblaciones humanas consistente con el monoteísmo? De la misma manera en que el mundo de los fenómenos naturales es complejo y variado, igual de variado es el conjunto de naciones y tribus que hacen a la raza humana. La manera de Asia no es la manera de África, y no es la manera de Europa – es entonces lógico que un sólo Poder sobrenatural sea el único Dios verdadero para toda la humanidad? No es más razonable asumir (como cada tribu y nación insistió hasta que fueron convencidos a la fuerza por el fuego y la espada) que cada grupo tiene una serie de Dioses que expresan la divinidad de acuerdo a su propia visión?
Contiene el monoteísmo a toda las experiencias espirituales de la humanidad, como las presenciadas por chamanes, místicos y hombres sagrados? Por el contrario, innumerables culturas afirman que el multiverso tiene una influencia de entidades no-humanas, muchas de las cuales pueden ser categorizadas como Dioses y Diosas menores y mayores. La proclama de que hay sólo un Dios no es, de ninguna manera, la única visión. De hecho, la existencia de Thor, Odin y el resto de los Dioses del panteón Germánico fue reconocida por misioneros y cronistas Cristianos, mientras que la idea de que son entidades ficticias es mucho más reciente. Por supuesto, la posición oficial de la Iglesia fue la de reconocer que los antiguos Dioses y Diosas eran demonios, pero la naturaleza de esta declaración se hace más que evidente, salvo para los aterrorizados campesinos.
En resumen, el monoteísmo se contradice con nuestra observación de los distintos aspectos y fenómenos de la naturaleza, con la amplia variedad de pueblos que componen la humanidad, con la experiencia directa de aquellos en otras culturas que se relacionan con el “Más Allá” (chamanes, por ejemplo), e incluso con el testimonio de hombres que dicen seguir al Único Dios!
Los Efectos del Monoteísmo
Alrededor del mundo, el alza del monoteísmo estuvo acompañado por intolerancia y persecuciones. En un mundo en el que la existencia de muchos Dioses y Diosas era aceptada, las guerras religiosas eran prácticamente imposibles. Se asumía que cada panteón tenía una relación especial con su nación, raza o tribu en particular. Ninguna deidad (o grupo de deidades) demandó para sí el derecho para dominar a la humanidad; los Dioses y Diosas no eran transferibles de un grupo a otro.
El monoteísmo cambió todo eso. Si había un solo Dios, los Dioses de la tribu que se encontraba cruzando el río no podían ser sino demonios, que usurpaban la devoción que se le debía al Único Dios Verdadero. Los seguidores de esos Dioses eran ahora adoradores del demonio, y como tales debían ser muertos debido a su herejía. Las conquistas, antiguamente justificadas por la avaricia, ahora tenían una nueva motivación. Fue el inicio de una fase sangrienta en la historia de la humanidad, fase que dura hasta nuestros días.
En donde fuera que el monoteísmo se encontró con el politeísmo, lo seguidores del Dios Único fueron a la ofensiva. Cosas horribles fueron cometidas en nombre de la religión. El monoteísmo fue aceptado pacíficamente sólo en contados casos. Típicamente, la confrontación de sistemas de creencias significaron guerras durante años o generaciones. Sólo después de mil años de conflicto las tribus de Europa resignaron oficialmente sus tradiciones nativas- e incluso en ese momento, remanentes de las antiguas religiones sobrevivieron en regiones remotas, fuera del alcance de “la ley y el orden”.
Observando este recuento de intolerancia y genocidio, es difícil reconocer que el monoteísmo, por sí mismo, haya vertido bendición alguna sobre la humanidad. No podemos sino contrastar esto con las sociedades en las cuales se reconocía a varios Dioses y Diosas: a pesar de que las culturas politeístas pelearon guerras de ambición y conquista, al menos no sentían necesidad de convertir a sus vecinos. La guerra religiosa no era conocida en Europa hasta la llegada del monoteísmo – y desde esos tiempos, la pugna sectaria no ha cesado – tal como los irlandeses pueden atestiguar.
Politeísmo y Libertad
Otro punto en el cual el politeísmo difiere del monoteísmo es en cuanto a la libertad política. Debido a su propia naturaleza, el politeísmo promueve una real libertad de elección. El monoteísmo sólo ofrece una opción para el culto, e históricamente refuerza esa opción mediante una estructura social cuya autoridad fluye de arriba hacia abajo. Un Dios, un regente – la idea del “derecho divino de los reyes” aparece luego de que el monoteísmo toma el control de la sociedad.
Sin excepción, nuestros conceptos de libertad pueden ser rastreados hasta las tribus politeístas de Europa. Los gobiernos representativos de Europa y América derivan de las asambleas tribales Germánicas. Siglos antes de que el parlamento británico fuera fundado, Islandia estaba gobernada por una asamblea legislativa y judicial llamada el Althing. Y lo mismo ocurría en la Isla de Man. Los líderes tribales eran elegidos generalmente por las familias dominantes o por la asamblea de hombres libres. Alguna tribus incluso carecían de un líder, excepto en tiempos de guerra.
Nuestras más profundas ideas de la ley provienen del mundo Germánico (“Ley Común Anglosajona”). De hecho, la palabra inglesa “law” (en español, “ley”), proviene del Nórdico Antiguo, no del Romano, Griego, o Hebreo. La ley nativa de Europa se aplicaba a todos los hombres libres por igual, y el rey no estaba por encima de ella. El desafío a las tiranías era un tema corriente en las antiguas sagas de Europa. Islandia fue colonizada en el Siglo IX para proveer un escape a los edictos dictatoriales de Olaf Tryggvason, el rey que quebrantó las leyes al forzar a sus compatriotas a convertirse al monoteísmo, o morir.
Muchas de las libertades individuales que damos por sentadas en el mundo Occidental hoy en día tuvieron sus paralelos en las tribus antiguas. En la cultural tradicional Germánica, las mujeres tuvieron muchos más derechos de los que llegaron a tener siglos después. De igual manera, el derecho a portar armas era de todo hombre libre en la sociedad Germánica – derecho que fue erosionado con la llegada del monoteísmo.
La lista podría ser interminable, pero la esencia es ésta: En Europa, con su religión ancestral, fue dominada por repúblicas que tenían mecanismos de seguridad para proteger los derechos de los hombres libres. Luego de la destrucción de esa religión nativa, el poder real fue centralizado y la libertad humana fue drásticamente deteriorada. Estos derechos fueron recuperados dolorosamente a través de los siglos, con la Carta Magna, por ejemplo.
En resumen, la libertad es un derecho de nacimiento de nuestros ancestros politeístas de Europa, no algo que importaron los monoteístas!
Monoteísmo y Politeísmo en el Balance
La variedad de fenómenos naturales y la multiplicidad de razas y culturas no hacen más que apoya al politeísmo contra el monoteísmo. Las verdades del politeísmo están basadas en miles de años de observaciones de parte de hombres y mujeres sagrados, místicos y chamanes.
El monoteísmo ha sido la principal causa de las guerras religiosas, que comenzaron en tiempos antiguos y siguen hasta nuestros días. Nuestra libertad política tiene bases en las creencias nativas politeístas de Europa, y dichas libertades disminuyeron considerablemente desde la llegada del monoteísmo.
Afortunadamente para nosotros, el Camino de nuestros ancestros permanece como una opción abierta para nosotros. Para encontrarnos a nosotros mismos, para servir a nuestra estirpe y cumplir con nuestro destino, debemos cruzar con coraje esa puerta. Es, después de todo, la puerta principal de nuestra propia casa – nuestro hogar espiritual que nos ha servido bien durante incontables milenios y que nos sigue ofreciendo dignidad y libertad hoy en día
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